Nombre: René Portocarrero | Nacionalidad: Cubana (1912-1985) | Estilo: Neobarroco / Ecléctico / Expresionismo/ Arte Abstracto
Fecha: 1970 | Dimensiones: 100 x 132 cm. | Técnica: Óleo sobre papel sobre tela | Museo en que se encuentra: Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA), Santiago (Chile) | (Obra donada por el artista en 1972)
Considerado una de los artistas más destacados y creativos del siglo XX en Cuba, sus obras se exponen en famosos museos del mundo. René Portocarrero fue un pintor, ceramista, grabador, muralista, dibujante y escritor, con la característica principal que la mayor parte de su formación educacional artística fue autodidacta. Sus pinturas están relacionadas con tradiciones afrocubanas (ritos, bailes, mitología), paisajes, flores, figura humana, líneas y colores vibrantes. Todo lo anterior trabajado bajo una observación de respeto y amor hacia su Cuba amada.
A lo largo de su vida mezcló muchos estilos e influencias artísticas, por lo que no se puede definir en uno solo, desde sus inicios con técnica más academicista o tradicional, pasando por el Surrealismo y el Modernismo Latino (Diego Rivera) a finales de los años treinta, inicios de los años cuarenta, para seguir con una mezcla de lo geométrico del Cubismo y lo semi-abstracto del Expresionismo Abstracto desde los años cincuenta en adelante. Es por eso que se le denomina un estilo ecléctico.
En los años cincuenta y sesenta, comienza una serie de obras llamadas Paisajes de la Habana. En los primeros cuadros de la serie (años cincuenta), se observa una imagen más detallada de un barrio o sector de la ciudad, específicamente en las ornamentaciones de las estructuras y arquitectura, además de mostrar personas. En las que siguen (años sesenta), ya no es solo un sector, sino que es la ciudad en su totalidad, aparece pintada con una línea o pincelada más delgada, alargada y con colores tristes, opacos.
A finales de los años sesenta e inicios de los setenta vuelve el cambio en sus obras. La pintura que observamos Paisaje de la Habana nº1 es de esta época, en ella reaparece la abundancia del color y la línea. Sus paisajes de la ciudad son una superposición de planos con una vibración de color y movimiento lineales de los edificios, calles y decoraciones de la misma.
Un hecho bastante llamativo y que el artista lo comentaba constantemente era “que el nunca sabía lo que iba a pintar, no tenía una idea preconcebida de lo que realizaría, hasta que el pincel tocaba la tela”. Algo que no interfería en su arte, pero que lo llevo a tener una producción de obras en constante evolución, muy parecido a los expresionistas o al arte abstracto.