Kokoschka tuvo una relación amorosa muy intensa con Alma Mahler, viuda del compositor, y esta pintura es un homenaje a ella. En este cuadro es posible apreciar la fuerza sobrecogedora con que el artista representa lo que para él significó separarse de su novia. Las siluetas de la pareja están representadas por medio de gruesos trazos negros, verdes y azulados, formas intensas y arremolinadas manchas de color, que se confunden con un paisaje nocturno, donde las montañas y los valles están iluminados por una sombría luna. Esta obra constituye lo que podría ser una síntesis del Expresionismo.

“Es bastante rara y extraña la pintura, y supongo que dependiendo de la persona es la interpretación que se le da. En mi caso se me imagina algo bien triste, como que algo o alguien está intentando sentir calma o consuelo después de un difícil momento dentro de un conflicto, como una muerte por ejemplo”. Celeste Piña Carrizo, estudiante de Derecho, Venezuela